A ti. Gracias eternas.

Querida mamá, hoy quiero darte las gracias por todo el bien que haces en mi vida, por estar siempre junto a mí. Perdón también  por las veces que te he dado de lado, por no creer que fuese cierto que estuvieras junto a mí. Hoy sé que estás siempre y que jamás vas a dejar de estarlo y eso me hace  feliz. Gracias por la seguridad y la confianza que me da el hablar contigo. Gracias porque cuando lo hago, mis miedos desaparecen y todas mis dudas se disipan. No me faltes nunca, no puedes hacerlo, aunque no estés físicamente, porque vives en mí y conmigo. Y tú me hablas, y me cuidas. Me sonríes y me acaricias con tu voz, tu mirada y tu sonrisa. No me faltes nunca, porque tu presencia hace que todo vaya bien. Contigo todo siempre va bien. Me siento tan feliz, afortunada, amada y protegida por el mero hecho de sentirte tan cerca de mí mamá que llego a pensar si habrá un ser sobre esta tierra que se sienta igual que yo. Eres mi tesoro, la luz que me guía. Tu amor infinito me da una fuerza ilimitada. Tanto, que cuando siento mis alas dañadas o me flaquean más fuerzas, o mi sonrisa quiebra o se apaga, sólo con llamarte y a la primera acudes y me rescatas. Cuando tú me hablas yo recupero la fé, la fuerza y la confianza. Y eso me pone alegre mamá. Me haces sentir alegre, a salvo, segura, protegida, poderosa. Tú me das permiso para volar alto. Tú haces que nunca desfallezca. Por ti yo creo en mí, y creo en cuanto puedo y voy llegar a ser. Gracias eternas e infinitas por ser mi madre amada, mi estrella, mi ángel, mi guía y mi mejor amiga.  Serás la mejor abuela que podrán jamás tener mis hijos si algún día los tuviera. Contigo de la mano, eternamente, seré siempre invencible. Te amo infinito, por lo siglos de los siglos. Descansa en paz junto a Dios y vela por nosotros, y sigue eternamente junto a mí.