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viernes, 19 de junio de 2015

Vivir es aquí y ahora...! #CarpeDiem!

Hay días en los que se siente cierta nostalgia, más de lo habitual. Por las cosas que tuvimos y que ya se no tienen, por aquellas personas a las que hubiésemos querido conocer o disfrutar por más tiempo y que ya no están (literal o figuradamente), o por épocas, en definitiva, que pasaron y que forman ya solamente parte del pasado y no del presente. De la nostalgia nace la melancolía y la tristeza, y si no la sabemos gestionar, éstas se acomodan en nuestra vida y se adueñan de nuestra libertad y de nuestro ánimo. Y si es verdad, que un poco de "tristeza" o añoranza, no hace daño, pues es humano y síntoma de que estamos vivos y de que, por lo tanto, existimos, somos, sentimos, vibramos; sin embargo, en exceso, puede doler y hacernos mucho daño. Por tanto, debemos saber qué hacer con ella, cuando nos invada, para dosificarla, relativizarla y transformarla  en algo útil para nuestra persona, cara a nuestro presente. La nostalgia no es mala, porque la vida duele. Vivir aquí y ahora y aprovechar el momento presente, es clave, porque la vida es aquí y ahora, y a su vez, es simple y breve. Pasado, futuro y presente, en ocasiones convergen. Pero lo cierto, es que lo complicamos más de la cuenta, casi siempre, y damos más valor a lo que no lo tiene, que a lo que de verdad importa, a lo que falta, que a lo que se tiene. Y si nos paramos a pensar qué es lo que de verdad, realmente, nos importa? Para unos, lógicamente, será una cosa, y para otros otra. En un mundo tan materializado como éste, donde abunda todo lo superficial, parece que lo importante es acumular y competir todos contra todos, sin darnos cuenta de que en verdad, estamos compitiendo contra nosotros mismos. Acumulamos por acumular y no paramos hasta darnos cuenta, de que tiene que haber algo más, porque acumular y acumular, ni nos sacia, ni nos enriquece, ni nos llena. Y qué puede ser ese "algo más"? Para mí, la clave, lo que de verdad importa, es aquello, que, tan ansiado por todos y tan difícil aparentemente de lograr por la mayoría, denominamos "la felicidad". La felicidad es la meta, es el fin, y es el objetivo por excelencia; es, simplemente, la realización suprema. El estado ideal. Lo buscamos constantemente, a cada minuto, en cada momento y en cada lugar, día a día. Se busca con ahínco, casi con desesperación, constantemente, buscamos, sin darnos casi nunca cuenta, de que la tenemos muy cerca. La solemos buscar fuera, cuando donde se haya y encuentra, en verdad es dentro, no fuera. Vivir felices y en paz, es vivir sin "cargas", sin exceso de pasado ni nostalgias, ni ansiedad por lo que está por llegar; es vivir con lo puesto, sin "equipaje" apenas, y sin penas, ni glorias, más que las de disfrutar así y con ello de nuestro viaje, que incluye el resto: las cosas, el mundo externo, el tiempo, los otros, lo que nos rodea. Felicidad para mí, es vivir, sin más. Es ser, sin más (que no es igual que aparentar). Es existir, dotando de sentido y significado nuestra existencia (sin máscaras, ni disfraces, ni falsedad). Es sentir. Es dejar que todo fluya conforme debe fluir. Es la naturaleza, el soplo de aire o la brisa del mar sobre nuestra cara, el olor a tierra mojada, o el aroma a hierba fresca. Es reír, es llorar, también en ocasiones, es aprender, y sobre todo, es AMAR y amarse, sin límites, dotando así y en conjunto, del máximo sentido y significado a todo cuando nos pase y nos suceda, con el fin único de cumplir ese proyecto maravilloso que somos y llevamos dentro desde que nacemos, que no es si no SER quien somos y hacer lo que nos toca. Sirva la nostalgia de esos "días tontos", para sacar provecho y fuerzas para no caer ni decaer y fortalecernos, para llevar a cabo cuanto debemos, para lograr todos nuestros sueños y realizarnos como personas.