"Creo en los cafés, en el diálogo, creo en la dignidad de la persona, en la libertad. Siento nostalgia, casi ansiedad, de un infinito, pero humano, a nuestra medida."
~Ernesto Sábato~
Decía Ludwig Feuerbach (filósofo y antropólogo alemán), que "somos lo que comemos". A nivel físico, biológico y psicológico, ¡cuanta razón!... Otros, como Kilian Jornet (esquiador y corredor de montaña español), dijo que "somos nuestros sueños". ¡Razón tampoco le falta!, imprescindibles éstos para la consecución de toda meta, objetivo y logro. Dick Swaab (neurobiólogo, catedrático emérito de la Universidad de Amsterdam), señaló que "somos nuestro cerebro", es decir, que gran parte de lo que somos está determinado antes de nacer (los genes). Pero, en realidad, ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿hacia dónde vamos?...
Según Eduardo Galeano, "estamos hechos de historias y no de átomos."
Yo creo que somos un reflejo del mundo, así como un reflejo los unos de los otros. Cada ser es único e irrepetible y venimos predispuestos genéticamente para que así sea y se cumpla todo, tal cuál está dispuesto. A lo largo de la vida, vamos experimentando y sumando toda clase de conocimientos, habilidades y vivencias, que desde el aprendizaje, nos enriquecen, marcan y "moldean", por lo que nuestra forma de vivir y de ser va tranformándonos, en función de cuanto nos acontece, sucede y rodea. Aprendemos, crecemos y cambiamos constantemente, en sintonía con la naturaleza, mientras interactuamos en un mismo tiempo y espacio, con el resto de miles de personas/seres, que igualmente, tienen "la misión" de ser y estar, a la par que la de convertirse o transformarse, en quiénes han de ser en definitiva. Y ahí quería llegar yo. Creo efectivamente, que somos un reflejo del mundo en el que vivimos, y el mundo un reflejo de nosotros; así como también, somos un reflejo los unos de los otros.
Cuando miramos a nuestro alrededor o cuando miramos a una persona, vemos en ello, (o ellos), reflejado lo que somos por dentro. Nos podemos "ver"/"descubrir" por dentro, mirando cuanto hay en el exterior, reflejados en los otros. Nos sentimos atraídos por lo que nos agrada (la belleza, la simpatía, la amabilidad, etc) y sentimos rechazo por lo que no (violencia, soberbia, maldad, pobreza). Pero, tanto lo uno como lo otro (el bien y el mal, la luz y la oscuridad), son el reflejo en realidad, de lo que nos gusta y lo que no nos gusta de nosotros mismos; es decir, es como si nos miráramos a un espejo, donde lo que vemos, es siempre un reflejo, de todo nuestro ser completo. Se podría decir, que TODO somos uno. Y que cada uno formamos parte del TODO. Creo que estamos cósmicamente conectados para crear una sola unidad o consciencia universal, cuya energía, esencia y fin, es el Amor, objetivo último y definitivo de nuestras vidas, y que éste se encuentra cuando logramos estar en armonía, cuando hay paz entre nuestro Yo y el mundo de fuera.
Amar es decir que sí o decir que no. Es aprender a reconocer desde la comprensión íntima todo cuanto nos ocurra y suceda. Y es hacer posible que la persona que somos, sea, cien por cien, íntegra y completa. Es poder así fundirnos y expandirnos con el resto (o TODO), con el fin de ser un fiel espejo de las demás personas, para su mejora y perfeccionamiento, que es, al fin y al cabo, llegar a ser quién somos, cosa que debería ser una de las mayores aspiraciones de la vida; AMAR y SER AUTÉNTICOS, ser ejemplo, son la única manera y forma de SER de verdad, así como la única posible y capaz de conseguir que alcancemos de veras esa tan ansiada FELICIDAD, tanto individual, como colectiva, que lograría a su vez, hacer un Paraíso la Tierra.