Vivir es eso: darse cuenta. Igual es participar atentos, alerta y plenamente del milagro que nos rodea y acontece, de todos y cada uno de los momentos únicos e irrepetibles que sin cesar, ocurren (nos ocurren). Si hay algo muy positivo que he aprendido este año, ha sido precisamente esto. El no juzgar. El aceptar. El no ponerle nombre, ni adjetivos, ni etiquetas, ni caducidad a las cosas, personas, ni circunstancias. Por nada más que por eso mismo, porque no son más que cosas, personas y circunstancias, tal cual. He aprendido además a no enfadarme, (o enfadarme menos) cuando algo no acaba de salir como yo quiero. A no frustrarme tanto. A aceptar cuanto ocurre, como lo único posible que podría estar pasando. Sin juzgar si es bueno o malo. Aceptarlo porque sí. Dejarlo estar. Disfrutarlo, sin juicio, sin calificativo, con naturalidad. Y he aprendido, que de esa conformidad, nace una gran paz, un enorme sosiego, tan grande que incluso, aún cuando algo no parece ser demasiado agradable o bueno, el solo hecho de aceptarlo sin ponerle calificativos, hace crecernos de tal manera que se reduce casi por completo la ansiedad que causa el querer tenerlo todo bajo control, aún sabiendo que no podemos. Y aún no siendo aparentemente el momento más idóneo ni perfecto de tu vida, bajo esta simple actitud, subyace una extraña fuerza que capaz de colmar de alegría interna nuestro ser interno. Y es tan grande su fuerza que traspasa todo tipo de barreras físicas, mentales y temporales. Y se disipa el miedo.
Comienza así un Año Nuevo, repleto ante nosotros de nuevas oportunidades. ¡Repleto de Vida! Cargado de millones de experiencias de las que aprenderemos y disfrutares a la par. De experiencias, que mejores o peores, nos fortalecerán y nos harán mejores personas si estamos bien atentos. Puedo decir que me siento feliz, aunque no me haya tocado la lotería, ni haya encontrado al amor de mi vida, ni haya conseguido el yate ni el piso en Marbella. Me siento ligera de carga y de equipaje, sin mochila que pese a mis espaldas. Feliz con lo que soy y con lo que tengo día a día. No dejo nada atrás, pues nada echo de menos. Tengo la bella sensación de tener conmigo cuánto quiero y de llevar cuanto (hoy por hoy) me es necesario. Esa bella sensación de estar despierta y presente ante cada paso que doy, me garantiza poder seguir disfrutando plenamente de este maravilloso viaje y regalo que es la vida, con toda su carga de luces y de sombras, con sus noches y sus días, con sus más y menos, en definitiva. Doy las gracias al 2015 por todo lo vivido y doy la bienvenida a este 2016, que con sus 365 nuevos días, llega para quedarse. Iremos poco a poco, segundo a segundo, minuto a minuto y día a día, saboreando cada instante, como si fuera el único, pues de eso se trata, y es que en verdad, cada instante lo es. En camino pues y en marcha, que pasito a pasito, disfrutemos de este bello mundo, vibrante, magníficos apasionante, tan lleno de Vida y Amor. Hoy es siempre y siempre es todo posible todavía. ¡Feliz Vida y adelante Feliz 2016!
No hay comentarios:
Publicar un comentario